viernes, 29 de marzo de 2013

Tabla de saponificación !!!

Tabla de saponificación

La tabla de saponificación es necesaria para hacer los cálculos para la elaboración del jabón. Se ofrecen dos valores para dos tipos de álcali en función de si se quiere obtener jabones sólidos o líquidos. El valor del yodo determina la tendencia al enranciamiento y el valor INS nos aproxima a las características finales de un jabón realizado con esa grasa.

Grasasap NaOHsap KOHyodoINS
Aceite de Aguacate0,1330,1868699
Aceite de Almendras0,1390,1959997
Aceite de Borago0,1350,19014545
Aceite de Coco0,1830,25710258
Ac. Germen de trigo0,1300,18312858
Aceite de Girasol0,1350,18913363
Ac. Hueso Oliva0,1350,19084106
Ac. Palmiste0,1760,24720183
Aceite de Maiz0,1370,19211769
Ac. Oliva Virgen0,1350,19082109
Aceite de Palma0,1420,19953145
Aceite de Ricino0,1280,1808695
Ac. de Semillas0,1350,19010087
Ac. Semilla de Uva0,1290,18113166
Aceite de Sesamo0,1340,18811081
Aceite de Soja0,1360,19113161
Ácido Esteárico0,1410,1982196
Cera de abeja0,0670,0941084
Estearina0,1490,2092208
Manteca de Cacao0,1380,19437157
Manteca de cerdo0,1410,19857139
Manteca de Karite0,1280,17959116
Resina Colofonia0,1150,161590
Sebo de cordero0,1380,19354156
Sebo de vaca0,1430,20145147
(Valores analíticos medios)


Fuente: Mendru

Elaborar cremas !!!

Elaboración de una crema

Crema para pieles secas 
Antes de empezar a realizar nuestra crema, hay que pensar qué queremos hacer. ¿Una crema facial, una hidratante corporal, una crema de manos, ungüento, linimento...?
Bien, ya lo tenemos claro. Ahora, hay que saber para qué tipo de piel va dirigida ¿Grasa, mixta, seca? En cuanto lo sepamos, elegiremos las distintas fases —acuosa, oleosa, tercera fase— que más nos convengan para esa piel.
Ahora pasaremos a la textura. ¿Qué buscamos, una textura bien compacta o una leche fluida y ligera? Elegiremos entonces el emulgente a utilizar y en qué proporción, al igual que los co-emulsionantes, si se desea (consultar al proveedor dosis, tipo de crema, etc).
Bien, ahora que lo tenemos claro y sabemos qué queremos hacer, pasemos a la elaboración: Prepararemos todos nuestros ingredientes, para tenerlos a mano, así como los utensilios a utilizar:
- recipientes resistentes al calor para fundir al baño maría,
- cazuelas con agua caliente para el baño maría, o bien microondas (hay que tener mucho cuidado y calentar en tandas de no más de 10-15 seg.
- un batidor pequeño —si hacemos poca cantidad— o una batidora de mano.
- una báscula de precisión hasta 0,1g, para pesar con exactitud nuestros ingredientes. En su defecto se pueden usar cucharas medidoras y/o jeringas (sin la aguja) para cantidades pequeñas de líquidos.
- un termómetro hasta 100ºC, si se tiene,
- un bol con agua fría y hielo, para finalizar la emulsión.

NOTA: la higiene es imprescindible. Procederemos a desinfectar todos los recipientes y utensilios que vamos a utilizar, bien hirviéndolos en agua, bien empapándolos en alcohol y dejándolos secar.
La superficie de trabajo debe estar perfectamente limpia y desinfectada.
Nos lavaremos las manos exhaustivamente.
Se aconseja llevar bata, para no manchar la ropa, y guantes de látex u otro material en caso de que nuestras manos puedan entrar en contacto con algún material irritante o dermocáustico (por ejemplo algún aceite esencial especialmente fuerte como el de canela o el de clavo).


Presentación de la crema de noche 

Hay dos formas de hacer cremas: en frío o en caliente.

1.- Método en caliente: es la forma más común de realizar las emulsiones y ungüentos.
Usaremos dos recipientes bien limpios y desinfectados: en uno pondremos nuestra fase acuosa, y en el otro la fase oleosa junto con la cera emulgente (si algún emulgente es soluble en agua, se pondrá a fundir junto con la fase acuosa, como por ejemplo la combinación VE/MF, en la que el VE debe fundirse con la fase oleosa, y el MF con la fase acuosa). Hecho esto, pondremos nuestros recipientes al baño maría, o en el microondas, hasta que alcancen una temperatura de unos 70ºC.
En caso de no disponer el termómetro, podemos utilizar este pequeño truco: la fase oleosa se calienta hasta que todas las ceras y mantecas estén fundidas, y la fase acuosa se calienta hasta que empiezan a surgir pequeñas burbujitas de aire que suben a la superficie.
Una vez que tenemos nuestras fases calentadas, se pasa el contenido de una a la otra, según el tipo de emulsión, es decir, si es una emulsión O/W, el aceite se vierte sobre el agua, si es W/O, se procede a la inversa, y comenzamos a batir enérgicamente durante un rato. Cuando vemos que las fases se están mezclando bien y se forma un color blanco lechoso, pasamos la emulsión a un baño maría frío y seguimos batiendo enérgicamente. El frío ayudará a estabilizar la emulsión y a que tome cuerpo.
Cuando la crema se ha enfriado, pasamos a añadir los aditivos, la tercera fase de la emulsión: los activos, extractos, aa.ee. y el conservante (recordemos que en una emulsión con fase acuosa es imprescindible). En un ungüento, sustituiremos el conservante por un antioxidante (generalmente vitamina E), y batimos tras añadir cada ingrediente, para que todo esté bien homogeneizado.
Y ya tenemos nuestra crema lista.
Es recomendable dejarla «reposar» 24h para que se estabilice.
En caso de desfase (separación de las fases de la crema): refundir todo al baño maría y volver a batir tal y como dice más arriba para homogeneizar.

2.- Método en frío: hay algunos emulgentes que pueden realizar emulsiones en frío, o bien calentando poco (unos 40ºC), así como las gomas xantana y guar, que dan texturas de gel. Este método se reserva para la realización de geles, o bien cremas en las que queremos añadir ingredientes delicados que podrían deteriorarse con el calor.

La elaboración es algo más compleja y se recomienda tener algo de experiencia en hacer emulsiones.


                                                         Fuente: Mendru.

Crema que añadirle según tu tipo de piel !!!

Ingredientes según el tipo de piel

Crema a medida

La crema a medida

Veamos someramente algunos ejemplos de ingredientes según el tipo de piel:

- Piel mixta: se busca restaurar el equilibrio del sebo de la piel.
● Aceites: jojoba, cáñamo, avellanas o macadamia, entre otros.
● Hidrolatos: romero o lavanda.
● AA.EE.: lavanda, romero, geranio...

- Piel grasa y/o acneica: equilibrar la producción de sebo y purificar la piel.
● Aceites: jojoba, avellanas, macadamia.
● Hidrolatos: romero, árbol del té, limón , lavanda.
● AA.EE.: romero, árbol del té, lavanda, limón, palmarrosa.
● Activos purificantes y/o antibacterianos si fuera necesario.

- Piel seca: restaurar el nivel de hidratación cutánea y nutrir la piel.
● Aceites: avellanas, aguacate, germen de trigo, oliva.
● Hidrolatos: rosa, azahar.
● AA.EE.: palo de rosa, neroli, petitgrain.

- Piel sensible: aliviar las rojeces y proteger la piel de las agresiones externas.
● Aceites: almendras, oleato de caléndula, algodón, salvado de arroz.
● Hidrolatos: hamamelis, siempreviva, jara.
● AA.EE.: jara, ciprés, lentisco, siempreviva.

- Piel madura:
● Aceites: rosa mosqueta, argán, onagra.
● Hidrolatos: incienso, mirra.
● AA.EE.: incienso, mirra, palo de rosa.

                                                             Fuente: Mendru.

Colorantes para el jabón !!!

Colorantes para jabón.

Colorantes para jabones líquidos y en polvo 
¿De los colorantes que os voy a contar?
Pues que hay principalmente dos tipos: líquidos y en polvos. Y de estos últimos también hay dos tipos: hidrosolubles y liposolubles, lo que significa que se mezclan o bien en agua o en aceite.

Los que se mezclan en aceite se pueden agregar al jabón desde un principio, por que así con el movimiento y eso, se disuelven mejor. Los hidrosolubles hay que mezclarlos previamente con agua y se suelen añadir después de la traza. Si además queremos separar parte del jabón para colorearlo de otra manera, pues se lo añadimos una vez separado.

Los líquidos suelen utilizarse para los jabones de glicerina u otros cosméticos. Para los jabones en frío suelen ir mejor los que vienen en polvos.

Se identifican generalmente por el color index CI seguido de un número de 5 cifras o por su nombre. Por ejemplo el CI77007 es el azul ultramar (o ultramarino).

Se puede también utilizar como base para el color el colorante blanco conocido como dióxido de titanio. Suena a chunguísimo pero no es más que una piedra molida que se llama rutilo. En condiciones normales es completamente inocuo y tiñe bastante de blanco por lo que produce jabones más blancos. Pero además, como decía, puede servir de base para afianzar mejor otros colores, que además tomarán un tono más pastel.

Los colorantes, no obstante, deben de ser siempre de grado cosmético. De nada sirve gastar tiempo y dinero en hacer jabones si luego le vamos a poner cualquier ingrediente de origen y calidad dudosos.

Tanto los lipo como los hidrosolubles se pueden disolver en alcohol de 96º. Al principio la mezcla es estable pero al cabo de un rato el colorante se deposita en el fondo. Se agita un poco en el momento de su uso y está perfectamente utilizable. Así incluso se pueden mezclar para conseguir colores intermedios.

Otra fuente de posibles colores son las arcillas. Las hay verde, blanca, rosa, roja, azul y gris, que yo sepa. Aportan también dureza y producen una suave exfoliación.

Los aceites utilizados para la elaboración del jabón también pueden darle color, así el de cáñamo proporciona un verde intenso, el aceite de zanahorias, el de rosa mosqueta o el de germen de trigo proporcionan distintos grados de naranja, el de olivas desde amarillos a verdosos que al final quedan más o menos marfil, y el coco, palmaste, sebo, manteca y karité producen jabones muy blancos que pueden resultar idóneos para ser coloreados.

Los colores naturales de origen vegetal como la clorofila o algas (para el verde), la cúrcuma (amarillo), el pimentón (rojo anaranjado), etc, son menos estables en el jabón y con el tiempo acaban perdiéndose. El caramelo, cacao o el café (para los marrones) son más estables.

Si se utilizan óxidos o colores sintéticos. Es importante que sean resistentes al pH elevado de los jabones en su momento de elaboración. En algunos casos el color varia completamente a la acción cáustica y en otros vuelve a su color natural cuando el jabón baja su pH
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Diferentes moldes para jabón !!!

Tipos de moldes para el jabón

Para hablar sobre los moldes del jabón hay que hacer una distinción principal. No es lo mismo el molde para jabón de glicerina que para el resto de los jabones.

Existe toda una gama de moldes artísticos para glicerina que en mucho casos no sirven para los jabones procesados en frío. Además algunos materiales, como el látex, se deterioran por la causticidad del jabón recién mezclado.
Lo más importante es que si es un molde con forma debe ser más blando que el propio jabón. Sino resulta prácticamente imposible sacarlo. Pero vayamos por partes.

Los jabones procesados en frío suelen tardar algunos días en solidificar y, dependiendo de los ingredientes, resultarán más duros o más blandos. Generalmente cuanto más duros más fácilmente desmoldan.


Con los jabones en frío los moldes de plástico suelen crear vacío con las paredes del jabón y éste tiene que estar suficientemente duro para que no se rompa. Los jabones de glicerina no suelen provocar ningún problema con estos moldes.

Para lotes grades que después se van a cortar en pastillas, lo ideal es un molde rígido que vaya forrado. Ese forro puede ser de papel de horno, de láminas de teflón o de plástico de forrar libros. En ese caso, el jabón sale sin ningún problema del molde. También si el lote es grande, si se va a dejar en el molde durante algún tiempo y este es de plástico, no necesitaría forro ya que al endurecer se podría sacar del molde sin dificultad. La adición de un poco de sal al jabón (menos de un 1% del total del peso) facilita el desmoldado siempre.

Los moldes de silicona ofrecen una buena alternativa a los demás ya que es un material que soporta bien la causticidad y además es extremadamente flexible. Existe toda una gama para repostería que se puede adaptar sin dificultad a nuestros fines jaboneros.

Por último, los moldes reciclados son una alternativa muy barata y variada.

Se trata simplemente de encontrar entre todos los envoltorios de los productos que consumimos, algunos que se adecuen a la forma que nos guste. Siguiendo las indicaciones anteriores nos pueden servir perfectamente. Así el fondo de una botella de agua mineral, el recipiente de un queso de burgos, el tapón del bote de nata o cualquier otro nos producirá jabones con formas variadas en interesantes.

En ocasiones, para facilitar la operación de sacarlo, meto en el congelador el jabón. Luego mojo el molde por fuera con agua calentita y así lo consigo.

También un poco de sal facilita el desmoldado pero hay que tener cuidado porque con solo un poquito más el jabón se corta.



                                                            Fuente: Mendru.

Elaborar base de jabón de glicerina !!!

Elaboración de la base de jabón de glicerina

Base de jabón de glicerina de varios kilos

Voy a poner esa receta como punto de partida aunque luego he estado viendo, el libros fundamentalmente, otras posibilidades.

Nociones teóricas

Sin poder ahondar mucho en el tema voy a intentar explicar el principio de la transparencia.

En condiciones normales el jabón suele cristalizar de forma amorfa, es decir, desordenadamente. Es la disposición de este tipo de cristales la que proporciona opacidad al jabón. Hay otras formas de cristalización que dan un resultado transparente y esas son las que nos interesan.

Hay ingredientes que favorecen este tipo de cristalización. Principalmente los alcoholes. Por su precio, se dejó de utilizar el alcohol en beneficio de la glicerina que a los jaboneros de la época les salía más barata. De ahí viene la denominación de jabón de glicerina.

También hay que tener en cuenta los ingredientes de carga. Se denomina carga a aquellos elementos que sirven para dar mayor rendimiento al aceite y esto quiere decir que con la misma cantidad de aceite salga mayor cantidad de jabón. Algunos elementos de carga, como el almidón, el talco, la arcilla, etc., producen también opacidad pero algunos como el azúcar o la sosa pesada (carbonato sódico hidratado) no solo no producen opacidad sino que favorecen la transparencia.

Teniendo esto en cuenta se comprenderá mejor para qué sirven los ingredientes de la fórmula que decía de que se parte.

La realización de este jabón requiere un poco más de experiencia por parte de quien lo hace. Por ello es conveniente haberse iniciado antes en la elaboración de jabón en frío y en el proceso en caliente. Además el uso de disolventes (como el alcohol) entraña peligros adicionales. No es recomendable la elaboración de este jabón por parte de menores y por supuesto no me hago responsable del mal uso que le deis a esta información. En cualquier caso dadle siempre un repasito a las normas básicas de seguridad.

Elaboración de la base de jabón de glicerina

Base de jabón de glicerina cortada en barras



La receta de partida es la siguiente (vamos a elaborar 1 kg):

Aceite de coco …… 20% (200gr)
Aceite de ricino …… 10% (100gr)
Ácido esteárico …… 10% (100gr)

Sosa cáustica … 5%(50gr)
diluida en Agua …………… 10% (100gr)
Azúcar ………… 20% (200gr)
diluida en Agua ………… 10% (100gr)

Alcohol 96º ……… 15% (150gr)

El jabón de coco proporciona la espuma, el de ricino mejora la transparencia y el ácido esteárico proporciona dureza (en este caso es fundamental para que tenga consistencia). El azúcar proporciona transparencia y consistencia y el alcohol transparencia.

El proceso es en caliente, mezclando los aceites previamente derretidos, con la lejía previamente mezclada. Por las características del ácido esteárico, la saponificación es inmediata. La masa solidifica mucho de golpe pero no hay que desesperar y remover hasta que sea homogénea y semilíquida. La olla conviene que tenga una altura suficiente para prevenir la posible subida de la masa que puede llegar a hervir por la velocidad del proceso de saponificación del esteárico.

Una vez que todo está bien homogéneo se mete en el horno (entre 80 y 90ºC) durante 2 horas para conseguir la saponificación total de las grasas. Ésta se verificará mediante la prueba de pH, bien con fenolftaleina, con tiras o con la lengua. Cuando esté completada la saponificación se añadirá a una temperatura de 60ºC el jarabe previamente realizado con el azúcar y el agua hasta su completa homogenización lo que da al jabón un aspecto y consistencia más plásticos. Por último hay que añadir (evitando los vapores y lejos de cualquier llama) poco a poco el alcohol. Esto hace que la masa se vuelva completamente transparente y muy, muy líquida. Casi como agua, que nadie se preocupe. Yo a veces uso la batidora a velocidad muy lenta para completar la mezcla.

El resultado hay que colarlo por los posibles restos de jabón no disuelto y verterlo en un molde a ser posible que se pueda tapar dejándolo reposar hasta que se enfríe completamente.

Ya debe de estar realizada nuestra base de glicerina. Puede suceder que quede una capa superior de espuma que no tiene mayor relevancia al retirarla y puede que parte del aceite no saponificado quede también en esa capa superior. Por eso es tan importante hacer la prueba del pH. En ese caso hay que compensar el exceso de sosa cuando se refunda la base.

Las variaciones que ofrece la receta son infinitas, como no. Pero hay que destacar la existencia del Propilenglicol y Dipropilenglicol como disolventes a sustituir parte de alcohol o la glicerina y el sorbitol que también produce más transparencia. También la sal en cantidad muy moderada produce más dureza lo que permite la utilización de otros aceites.

Jabón "de las abuelas" !!!

Jabón de Castilla.


Blanquísimo jabón de aceite reciclado

Cada año son miles de litros de aceite residual de cocina los que pasan a contaminar nuestros ríos y campos por ser un producto poco biodegradable. O en el mejor de los casos suponen un gran consumo energético en las plantas de depuración. Con unos pasos sencillos es muy fácil convertir ese residuo en un producto no solamente útil y económico sino mucho más fácil de degradar. Uno de los factores de deterioro del aceite de cocina es la liberación de ciertos ácidos grasos y otras sustancias que producen mal olor. Al saponificar estas sustancias pasan a convertirse en jabón reduciendo significativamente el mal olor e incluso el color. Se trata de un jabón para lavar los cacharros, los suelos o incluso la ropa, por eso nos podemos permitir un ligero exceso de sosa para garantizar la completa saponificación de las grasas. Así usamos el valor de saponificación 140 para el aceite de oliva. Si en él se han frito grasas animales algunas de ellas se quedan en el aceite por lo que el valor se puede subir hasta 150.

Esto significa que por cada kilo de aceite de oliva vamos a añadir de 140 a 150 gramos de sosa para convertirlo en jabón. Podemos añadir también sal, no más de un 1% del peso total, diluida en agua para conseguir un jabón un poco más blanco.

Así para realizar el jabón necesitamos 1 kg de aceite usado, 800gr de agua (sí, he dicho gramos), 12 gr de sal y 145 gr de sosa cáustica. Filtramos bien el aceite usado y mientras diluimos la sosa en 700 gr de agua mezclándola bien. En los otros 100 gr de agua diluimos los 12 gr de sal. Ahora unimos el aceite con la lejía producida con la sosa y el agua. Mezclamos con la batidora hasta que lleguemos al punto de traza y en ese punto añadimos la solución salina hasta homogeneizar. Ya solo nos queda verter en un molde y cuando solidifique, al día siguiente, lo cortamos en tacos para dejarlo secar.

Fuente: Mendru.

El Jabón: un vídeo que me encanta !!!


Jabones refundidos !!!

Jabones refundidos

Tres jabones refundidos

Reutilización de los restos y recortes

Para la mayoría de los casos de error, la mejor solución suele ser el refundido. Si se nos ha olvidado poner un ingrediente o el aroma, si hemos calculado mal algo o si simplemente el jabón ha resultado feo, el refundido puede ser una buena solución. También se puede elaborar una base expresamente para fundirla. Una vez dominada la técnica puede dar unos resultados estupendos que además suelen economizar en aroma y colorante.

Se trata de trocear de la manera más pequeña posible, o incluso rallar, el jabón que queremos "arreglar" y calentarlo hasta conseguir que se funda en una mezcla homogénea a la que podamos añadir lo que le falta.

Algunos ingredientes como el carbonato sódico o el Sodio Lactato pueden favorecer el fundido del jabón. Otros ingredientes como la glicerina o el propilenglicol pueden servir para homogeneizar el fluido y darle una textura más lisa, similar al acabado de los jabones de glicerina. Generalmente siempre hay que añadir agua para favorecer el contacto con el calor y el fundido. Lo podemos refundir al baño maría, en el microondas o incluso a fuego directo. En este último caso hay que tener cuidado para que el jabón no se queme.

Vamos a ver como lo haríamos:
Supongamos que tenemos medio kilo de jabón. Lo rallamos o troceamos en pedazos pequeños y le añadimos 50 gr de agua destilada. Si queremos que el resultado sea más fluido y manejable diluimos previamente en el agua media cucharadita de carbonato sódico y si no tenemos podemos poner un cuarto de cucharadita de sal común. En ese segundo caso, la sal mermará un poco la capacidad espumante del jabón al contrario que el carbonato. Además hay que tener mucho cuidad con la sal porque un exceso corta el jabón y puede afear el resultado o hacer un jabón friable. Siempre mejor poca que mucha.

Esto lo ponemos al baño maría y lo removemos poco a poco hasta conseguir la mezcla homogénea. Al baño maría es más lento pero conseguimos que se formen menos burbujas y por tanto, una textura mejor. Cuando esté totalmente fundido, podemos añadir lo que nos falte si es el caso, o el aroma deseado y verterlo en un molde. También podemos fraccionarlo en dos partes y colorear una para hacer una mezcla de colores.

Si lo pusiéramos al fuego directo habría que poner un poco más de agua (25 gr más).

Una vez frío lo podemos cortar si es el caso y si no, lo podemos usar directamente, siempre que no pique, claro. En función de lo seco que estuviera el jabón de partida será necesario dejarlo secar unos días para que pierda el exceso de agua.


                                                               Fuente Mendru.

Elaborar jabones de aceite por el proceso en caliente !!!

Elaboración de jabones mediante el proceso en caliente.

Jabón de karité elaborado en caliente 
Se denomina así al proceso de fabricación del jabón que implica una fuente de calor externa. Hay muchas formas de aplicar ese calor pero nos centraremos en el proceso en el horno. Hay que decir también que todo esto se puede hacer perfectamente con dos ollas, al baño maría.

Como ya dije una vez el jabón en caliente tiene dos ventajas principales: Una es que no hay que esperar (o hay que esperar muy poco) para poder usarlo y la otra es que una vez finalizado el proceso de saponificación, le podemos agregar colorantes, aromas y aditivos sin miedo a que se nos echen a perder.

Para empezar seguiremos al pie de la letra las indicaciones en el proceso en frío sólo que esta vez no le vamos a añadir las esencias ni lo vamos a vertir en el molde. En lugar de eso, una vez mezclados los aceites con la lejía, lo vamos a meter en el horno a una temperatura aproximada de 80ºC. Hay que asegurarse que el jabón esté bien "trazado" antes de meterlo en el horno.

De media a una hora aproximadamente veremos como el jabón gelifica. Esto es que se vuelve semilíquido y transparente. Cuando su aspecto sea completamente homogeneo y todo el jabón presente ese aspecto de gel, lo removemos bien y lo dejamos otro ratito en el horno.

Dependiendo de la cantidad de agua que le hayamos puesto, la masa será más o menos removible. Podemos usar algunos ingredientes para conseguir que la masa sea más fluida y por tanto más fácil de remover y de moldear. Entre estos ingredientes está el sodio lactato (hasta el 3% de las grasas) que aporta además dureza y suavidad al jabón. También se puede hacer una mezcla suave de sal y carbonato sódico o potásico a partes iguales en una cantidad máxima del 1% del peso total del jabón, diluido en 4 o 5 veces su peso en agua destilada. Así por ejemplo para un jabón de 2 kg se pondrían 10 gr de sal, 10 gr de carbonato sódico diluidos en 100 gr de agua destilada.

Después de unas dos horas en el horno podemos comprobar el pH del jabón y si nos sale un resultado aceptable damos por concluida su cochura.

Si habíamos decidido reservar un aceite más delicado para el sobreengrasado este es el momento de añadirlo. Si le vamos a poner colores, los cuales al no verse afectados directamente por la acción de la sosa resultarán más homogéneos y duraderos, se los ponemos justo antes de añadir los aromas. En este caso no tenemos que temer por el hecho de que las esencias vayan a "fraguar" el jabón de golpe porque al estar ya hecho no debe de cambiar su consistencia. También las esencias cunden más si no se ven sometidas a la acción de la sosa pero hay que tener cuidado porque si la masa está demasiado caliente se puede volatilizar gran parte de la esencia y por esto es lo último que debemos añadir antes de verter en el molde. Si el molde lo permite, incluso le podemos poner en él las esencias y mezclarlas ahí con el jabón.

Hay que evitar altas temperaturas en el horno que producirían burbujas en el jabón perjudicando su aspecto pero hay que mantener la temperatura lo suficientemente alta como para que el jabón esté fluido. Si está un poco frío y no se han añadido ingredientes fluidificantes el moldeado se puede volver una pesadilla.

Un problema que puede darse con determinada facilidad es que al no estar suficientemente trazado el jabón, se separe (se corte) al meterlo en el horno. En ese caso hay que sacarlo, añadir poco a poco agua fría, removiendo hasta que se vuelva a emulsionar. Ese exceso de agua habrá que cocerlo luego de más para que se evapore.



                                                              Fuente: Mendru.

Elaborar jabones de aceite por el proceso en frío !!!

Elaboración de jabones por el proceso en frío !!!

Jabones de arcilla sobre paño de cocina
Se denomina así a la elaboración de jabón sin fuente calorífica externa. Se parte de unas grasas a una temperatura baja y éstas, debido a la reacción de la saponificación, experimentan un aumento de temperatura que puede llevar al jabón a la fase de gelificación. Este procedimiento lo utilizaremos para elaborar jabones duros de hidróxido sódico o sosa cáustica.
Antes que nada debemos dar un repaso a las medidas de seguridad.

Para realizar un jabón mediante el proceso en frío lo primero que tenemos que preparar es la lejía. Esta se obtiene mediante la mezcla de agua y sosa. Pesamos cuidadosamente la sosa en un recipiente y el agua en otro y añadimos el primero poco a poco sobre el segundo, removiendo lentamente con cuidado de no salpicar.

El agua alcanzará gran temperatura en cuestión de segundos. Es por esto importante que la temperatura de partida del agua sea baja ya que si está caliente puede llegar a hervir y salpicar la lejía. Incluso, si queremos que no suba mucho la temperatura, podemos congelar en cubitos previamente el agua. Una vez mezclados, la lejía tiene un aspecto blanquecino un poco turbio. La dejamos reposar hasta que se vuelva totalmente transparente.

Mientras, podemos ir derritiendo los aceites duros en una olla al fuego o en un recipiente de vidrio en el microondas. Una vez derretidos los mezclamos poco a poco y removiendo con los aceites blandos, para que la baja temperatura de estos últimos no haga solidificar a los primeros. Si hay algún aceite especialmente delicado debemos reservarlo y no mezclarlo aun con el resto de las grasas. Una vez bien mezclados los aceites y considerando que tanto estos como la lejía no deben de estar a más de 40ºC, mezclamos poco a poco ambos añadiendo la lejía sobre los aceites mientras removemos suavemente. Cuando lo hemos mezclado todo, batimos la mezcla con la batidora de mano a velocidad muy lenta. Antes de accionar la batidora tenemos que sumergirla bien en la masa y asegurarnos de que no va a salpicar. Batimos hasta que queden todos los ingredientes bien emulsionados, en varias ocasiones hasta que alcancemos el punto de traza. Esto tardará más o menos dependiendo de los ingredientes. En este momento sacamos la batidora y añadimos el aceite que habíamos reservado, incorporándolo a la masa mientras mezclamos con la espátula o cuchara. Del mismo modo añadimos los aceites esenciales.

Una vez que todo esté bien mezclado y la masa resulte completamente homogénea la vertemos en los moldes. Si queremos que el jabón gelifique aislamos el molde tapándolo con mantas o toallas.

Entre las 24 y 48 horas siguientes el jabón solidificará. Una vez que estemos seguros de que no se deforma al tocarlo procedemos a su desmoldado y, si es el caso, a su corte.
Ya solo hay que dejarlo curar de 4 a 6 semanas antes de usarlo y es aquí donde el jabonero se enfrenta a su impaciencia.


                                                          Fuente: Mendru.


Información !!!


Historia del jabón !!!

Historia del jabón

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Se cree que el jabón se inventó hace unos tres mil años. Se han encontrado en la Mesopotamia tablillas de arcilla sumerias que mencionan la mezcla que se obtenía de hervir aceites con potasio, resinas y sal y sobre su uso medicinal.

El origen del jabón

Los fenicios lo fabricaban con aceite de oliva y sosa cáustica (o carbonato de sodio) obtenida a partir de las cenizas de la combustión de plantas halófitas (plantas que viven en las salinas) como la salicornia o la salsola.
Recetas parecidas se seguirían utilizando en Siria. El jabón sirio, procedente de la ciudad de Alepo, antiguo territorio fenicio, se sigue fabricando hoy día con el mismo método tradicional y con aceite de oliva y aceite de laurel.
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Los egipcios se frotaban con la mezcla obtenida del natrón (un carbonato de sodio mineral extraído de los lagos salados después de la evaporación del agua), tierra de batán (una arcilla poco elástica que tiene la propiedad de absorber las materias grasas) y altramuces remojados en agua de lluvia machacados.

Origen del jabón europeo

Los germanos y los celtas utilizaban grasa de cabra y cenizas de abedul para fabricar sus jabones. El jabón era, según el historiador romano Plinio, un invento galo. Los galos fabricaban sus jabones con cenizas de haya y sebo o grasa de jabalí y lo usaban según Plinio para teñirse sus largas melenas de rubio o pelirrojo.
El olor de la grasa rancia les resultaba bárbaro a los romanos, que como los griegos y etruscos se lavaban frotándose por el cuerpo una mezcla de aceites aromáticos y arena o ceniza que luego eliminaban con un estrigilo.
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En el siglo III a.C. se fabricaba en Arabia un jabón mediante la cocción de una mezcla hecha con potasa, álcali proveniente de cenizas, aceite de sésamo y limón.
Hay quien asegura que los cruzados introdujeron en el siglo XI el jabón en Europa Central desde Alepo. Los fenicios tuvieron tratos comerciales con Europa antes de los tiempos romanos, así que seguramente este tipo de jabón habría llegado mucho antes a las ciudades costeras como Nápoles, Marsella, Cartagena o Cádiz. Lo cierto es que en la Baja Edad Media no se utilizó mucho el jabón, y debido a la falta de higiene se originaron grandes epidemias que diezmaron a la población, como la peste negra del siglo XIV.

Almonas árabes

La primera gran jabonería europea la construyeron los árabes a finales del siglo X en Al Andalus, en Sevilla. En el valle del Guadalquivir, donde había grandes olivares y marismas, se obtenían las materias primas necesarias para fabricar un jabón que cuatro siglos más tarde se conocería como jabón de Castilla. Aún así en Andalucía se siguió llamando por el nombre árabe, almona, a las fábricas de jabón.
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El monopolio del jabón de Sevilla, ostentado por los marqueses de Tarifa en el siglo XVI, fue ampliado hasta América después de la conquista. En este mismo siglo ya se exportaba este sapo hispaniensis o sapo castilliensis al Reino Unido a través de Amberes. El jabón de Castilla, al provenir de aceites vegetales en vez de grasas animales, podía utilizarse en la higiene personal. Fue así que los europeos se volvieron más limpios y empezaron a desaparecer las grandes pandemias.
Las famosas fábricas de jabón de Marsella se establecieron en el siglo XIV. Este jabón tradicionalemente se fabricaba con aceite de oliva, agua del Mediterráneo y sosa cáustica proveniente de cenizas del laurel. Como el de jabón de Alepo, también se sigue fabricando hoy en día.



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Jabonerías americanas

En 1575 se construyó una almona en la Ciudad de México. El jabón que se fabricaba en ella era el que usaban los mexicanos, hecho a partir del tequesquite, un mineral rico en sosa, y algunas plantas. En el siglo XVII se sabe de la existencia de una jabonería en Guayaquil que fabricaba jabón a partir de sebo de vacas y cenizas de yerba.
En este mismo siglo, en 1682, Luis XIV hizo guillotinar a tres fabricantes cuyos jabones le habían irritado la piel.

Química del jabón

En 1791 el químico Nicolas Leblanc inventa un procedimiento para obtener carbonato de sodio a partir de la sal marina, lo que simplificaba y abarataba el proceso de obtención de la sosa. En 1823, Eugène Chevreul demuestra que las grasas están formados por una combinación de glicerol y ácidos grasos (oleico, margárico y esteárico) y explica así químicamente la reacción de la saponificación descubierta por los sumerios.
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En presencia de la sosa cáustica, los cuerpos grasos se dividen en sus componentes. El carbonato de sodio, al reaccionar con los ácidos grasos da lugar a los estearatos, margaratos y oleatos, es decir, al jabón. Así de la grasa y de la sosa se obtienen jabón y glicerol.
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En el siglo XIX, los aceites de copra (pulpa seca del coco) y aceites de palma que venían de las colonias, se empezaron a emplear en la fabricación de los jabones.
Desde los años 30 del siglo XX, el jabón tradicional tuvo que competir con los tensioactivos sintéticos que se utilizan hoy en día en los detergentes, productos de limpieza, jabones y champús, que además son altamente contaminantes.